martes, 29 de junio de 2010

Reportaje: Falta de supervision de los hijos y el uso inadecuado de la TECNOLOGÍA

La plaga del “cyberbullying”

La intimidación cibernética se torna en la nueva moda juvenil


La plaga del “cyberbullying”

La intimidación cibernética se torna en la nueva moda juvenil

Si la resolución de los conflictos generados por el “cyberbullying” debe ser responsabilidad de la familia, la policía o las escuelas, sigue siendo una cuestión abierta y confusa.

Por JAN HOFFMAN / The New York Times

Nueva York - Indignados, llenos de rabia y temor, los padres de la niña mostraron al director los mensajes de texto: una docena de impactantes amenazas sexualmente explícitas enviadas a su hija el sábado anterior por la noche desde el teléfono celular de un niño de 12 años de edad. Ambos niños son estudiantes de sexto grado en la escuela intermedia Benjamin Franklin, en Ridgewood, Nueva Jersey

“Castíguelo”, insistieron los padres.

“Les dije que eso ocurrió fuera de la escuela, en un fin de semana”, explicó el director, Tony Orsini. “Nosotros no podemos disciplinarlo”.

Preguntó a los padres si había contactado a la familia del niño.

Muy embarazoso, respondieron. Los padres comparten como entrenadores deportivos.

“¿Y la policía?”, preguntó Orsini.

Los padres habían decidido que una investigación criminal sería prolongada y su resultado incierto. Ellos querían una acción inmediata.

Rogaron: “Ayúdenos”.

En estos días las escuelas se enfrentan a preguntas complejas sobre cómo lidiar con el acoso cibernético, una etiqueta imprecisa para las actividades en línea, que van desde bromas subidas de tono hasta situaciones de acoso sexual.

El alcance del fenómeno es difícil de cuantificar. Pero un estudio de 2010 realizado por el Centro de Investigación de Acoso Cibernético -una organización fundada por dos criminólogos que definen el acoso como “daño intencional y reiterado” provocado a través de teléfonos y computadoras- dice que uno de cada cinco estudiantes de la escuela intermedia se ha visto afectado.

Intimidados por el incremento de esta conducta malsana entre los adolescentes, muchos padres están reclamando a las escuelas justicia y protección... e incluso venganza.

No obstante, muchos educadores no se sienten preparados o no quieren ser fiscales y jueces.

Si la resolución de estos conflictos debe ser responsabilidad de la familia, la policía o las escuelas, sigue siendo una cuestión abierta y confusa, que evoluciona junto con las posibles y variadas definiciones de acoso cibernético.

No obstante, los administradores que deciden que deben ayudar a sus estudiantes acorralados se enfrentan a menudo a enormes restricciones pragmáticas y legales.

“Tengo padres que me dan las gracias por involucrarme”, dice Mike Rafferty, director de escuela intermedia en Old Saybrook, Connecticut. “Y también tengo padres que dicen: ‘Eso no ocurrió en la propiedad escolar, manténgase alejado de mi vida’ ”.

Labor detectivesca

La escuela intermedia Benjamin Franklin transmite una dulzura asociada a una época anterior. Sus 700 alumnos asisten a clases en un edificio de baja altura desde mediados de los años 50, con un refugio antiaéreo y vastos espacios de esparcimiento.

Durante el almuerzo, un consejero dirige un torneo de fútbol que atrae a una multitud. El musical de este año: Guys and Dolls.

Con todos sus encantos, esta escuela de clase media alta vive en el presente.

Una niña de sexto grado llega a clase vistiendo una camiseta de color turquesa con lentejuelas y un mensaje: “Enviar mensajes de texto es mi materia favorita”.

La consejera de séptimo grado dice que ella puede pasar hasta tres cuartas partes de su tiempo intentando mediar en conflictos que se iniciaron “en línea” o a través de mensajes de texto.

En abril, la carga de trabajo provocada por la mediación en estos conflictos se había hecho tan onerosa que el director, el señor Orsini, envió a los padres un exasperado mensaje de correo electrónico que fue noticia nacional:

“No hay absolutamente ninguna razón para que los estudiantes de secundaria formen parte de un sitio de redes sociales”, escribió. Si los niños fuesen atacados a través de sitios o mensajes de texto, añadió, “se debe acudir inmediatamente a la policía”.

La investigación de una queja puede ser como un remolino. En los siguientes días, Orsini, un asistente suyo llamado Greg Wu, un consejero, un trabajador social y un director de escuela primaria fueron atrapados por éste.

El niño y la niña se habían estado viendo como noviecitos durante una semana antes de que ella decidiera terminar. Los mensajes de texto que recibió la noche del sábado fueron sucesivamente más burlones, gráficos e intimidantes.

Pero los intercambios de mensajes entre ellos mostrados al señor Orsini estaban incompletos. Antes de entregar el teléfono a sus padres, la niña borró sus respuestas.

El chico afirmó que era inocente y le dijo a Wu que había perdido su celular ese sábado. “Sí, claro”, dijo Wu.

El niño insistió en que se le había caído mientras montaba en bicicleta esa tarde de abril, mientras iba con su hermano y un amigo de éste, ambos alumnos de quinto grado.

El miércoles siguiente el padre de la chica llamó a Orsini. “¿Cómo es que este muchacho continúa en la escuela, cerca de mi hija? ¿Por qué no puede suspenderlo?”.

El muchacho era un estudiante con deficiencias en su clase de gramática, sin embargo, los mensajes de texto estaban razonablemente bien redactados. Wu le dictó al niño una oración para que la escribiera. Estaba repleta de errores.

A continuación, un director de escuela primaria entrevistó a los chicos por separado.

El jueves, el señor Orsini llamó por teléfono a los padres de la niña con su inquietante conclusión.

El muchacho nunca había enviado los mensajes de texto. El teléfono efectivamente se había perdido y fue encontrado por otra persona, quien lo utilizó para enviar los mensajes. ¿Quién los escribió? Una referencia o dos podrían apuntar a otra alumna de sexto grado.

La identidad aún se desconoce.

viernes, 4 de junio de 2010

¿Eres creativo?

Creatividad: ¿una forma de demencia?

Científicos creen que hay una estrecha relación entre ambas

Imagen de Salvador Dalí en el Museo de Arte de Filadelfia. El gran pintor español es, para los científicos un claro ejemplo de un ser en el que su genialidad bordea los terrenos de la demencia.

POr Michelle Roberts / BBC Ciencia

La creatividad es muy similar a la locura, dicen científicos que han estado estudiando la forma en la que opera la mente.

Imágenes del cerebro revelan asombrosas similitudes en los procesos neuronales de las personas altamente creativas y aquellas que padecen de esquizofrenia. Ambos grupos carecen de importantes receptores que se emplean para filtrar y canalizar el pensamiento.

Según expertos del Instituto Karolinska, en Suecia, puede que este procesamiento desinhibido sea lo que le permite a la gente creativa "pensar fuera de la caja" o lateralmente.

Pero en otras personas puede conducir a enfermedades mentales.

Los expertos sospechan que más que una división clara lo que hay es una especie de continuum, que permite a algunos tener rasgos psicóticos pero pocos síntomas negativos.

Arte y sufrimiento

Algunos de los principales artistas, escritores y pensadores de la historia han padecido de enfermedades mentales.

Un ejemplo es el pintor holandés Vincent van Gogh. Otro, el matemático estadounidense John Nash (interpretado por Rusell Crowe en la película A Beautiful Mind).

También se sabe que la creatividad está asociada con un mayor riesgo de depresión, esquizofrenia y desorden bipolar. De la misma forma, la gente que tiene familias con una historia de problemas mentales también tiende a ser más creativa.

Y el profesor Fredrik Ullen cree que sus hallazgos pueden explicar por qué.

Ullen estudió los genes receptores de dopamina en el cerebro (D2), que según los expertos controla el pensamiento divergente.

Uno de sus hallazgos fue que la densidad de receptores D2 en el tálamo de la gente creativa que obtenía buenos resultados en las pruebas sobre pensamiento divergente era menor que lo esperado. Lo mismo ocurre con la gente con esquizofrenia.

El tálamo sirve como centro de control, pues filtra la información antes de que llegue a las áreas de la corteza, la que es responsable, entre otras cosas, del conocimiento y el razonamiento.

"Menos receptores D2 en el tálamo probablemente ocasionan un menor grado de filtrado de las señales y por lo tanto un mayor flujo de información", dijo el profesor Ullen.

El investigador cree que esta abundancia de información no censurada es la chispa que enciende la creatividad.

Esto explicaría por qué la gente muy creativa es capaz de ver las conexiones más insospechadas a la hora de intentar resolver problemas.

Los esquizofrénicos comparten con ellos esa habilidad para hacer asociaciones novedosas, pero en su caso el resultado son ideas extrañas y preocupantes.

Mark Millard, un psicólogo británico miembro de la British Psychological Society dice que la sobreposición con las enfermedades mentales puede explicar la motivación y determinación compartida por las personas creativas.

“La creatividad es incómoda. Es su descontento con el presente lo que los lleva a cambiar”.

“La gente creativa, igual que aquella que padece de desórdenes psicóticos, por lo general ve el mundo de forma diferente a la mayoría. Es como ver un espejo quebrado. Ven el mundo de forma fracturada:, dijo Millard.

“No están restringidos por los límites convencionales y eso se puede ver en su trabajo. Ahí está, por ejemplo, el caso de Salvador Dalí. Definitivamente él veía el mundo de forma diferente y se comportaba de una forma que a otros les resultaba extraña:.

Según el psicólogo británico, algunos negocios ya han reconocido y están empezando a capitalizar este conocimiento. Algunas compañías tienen laboratorios secretos y seguros, en los que su personal más creativo puede dedicarse a experimentar libremente sin interrumpir el quehacer cotidiano.

Y otro psicólogo, Gary Fitzgibbon, dice que la creatividad también puede entenderse como una habilidad particular para “suspender la incredulidad”.

“Cuando uno suspende la incredulidad y está dispuesto a creer en cualquier cosa se abre la posibilidad de identificar mayores posibilidades”.

“La creatividad tiene mucho que ver con no sentirse limitado por las reglas ni aceptar las restricciones impuestas por la sociedad. Aunque, por supuesto, entre más se rompen las reglas, más posibilidades hay de ser considerado como mal de la cabeza”, explicó.

Fitzgibbon trabaja como asesor ejecutivo ayudándole a la gente a ser más creativa a la hora de solucionar problemas y pensar.

“Por lo general el resultado es un aumento significativo de sus niveles de bienestar. Así que en lugar de asociar la creatividad a las enfermedades mentales se la termina asociando con mejor salud mental”, afirmó.