CALVARIOS
Con la cruz a cuestas ya vuelve el calvario
entre azotes viles que desangran pueblos
y hacen del escarnio un escupitajo
en la piel desnuda de los oprimidos
que sudan dolores de trabajo diario.
Ríen los poderes, levantando al aire
las 30 monedas y el cáliz robado,
en brindis de sangre del pueblo azotado
porque al fin al Cristo desnudo y jadeante
han crucificado.
Es el rito eterno de quienes repiten
desde sus altares un himno al escarnio;
dueños de las leyes, dueños de la iglesia,
dueños del Estado;
dueños de la lucha o del sindicato,
reencarnando a Judas, a Caifás y Herodes,
fariseos y escribas, levantando copas
con las mismas risas y las mismas manos
que empuñan el látigo
enfilando lanzas e hiriendo costados;
fosilizan dogmas hilvanando infamias,
coronas de espinas y clavando a golpes
las manos del pueblo ya sacrificado.
Reencarnan a Hitler, al amo esclavista,
a la Inquisición, a los invasores
y a Poncio Pilatos;
lo mismo en altares que en legislaturas
o en grandes palacios o en la Casa Blanca
de los blancos amos y ostentan poderes
fruto de la infamia y viles asaltos.
Visten de corderos, mientras de sus fauces
los feroces lobos sangran los despojos
del pueblo explotado,
convirtiendo templos y legislaturas, cúpulas y altares
en inmundos antros, cuevas de ladrones,
centros de mercado
donde ponen precio al Santo Sudario.
Ya vendrán los tiempos
en que tantos Cristos pobres, despojados,
sobre sus sudores desanden calvarios
sin dejar vestigio, piedra sobre piedra
destruyan los templos y enciendan las cúpulas
del poder hurtado y entierren el dogma
y quemen a una los siete pecados.
Entonces la gente de ropaje humilde
tendrá un nuevo himno que unirá gargantas
entibiando manos
y en la plaza grande habrá un nuevo templo
de paja, de tierra, pero tibio y santo
...en la mano firme de mi pueblo pobre,
pero liberado.
William Pérez Vega, del poemario LA MUERTE DE LOS DIOSES, 2007
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