jueves, 14 de abril de 2011

Aprendiendo a LEER

Sonidos que enseñan

Cómo ayudar a los niños que enfrentan dificultades para leer y escribir

Por Ileana Delgado Castro / idelgado@elnuevodia.com

Cuando le enseñas a tu hijo pequeño a relacionar el sonido “mu” con la vaca o el “miau” con el gato, lo estás preparando para que pueda aprender a leer y a escribir. De ahí la importancia de que desde temprana edad, los padres o cuidadores de un niño, les hablen “todo el tiempo”, les canten y lean, además de señalarles las letras de izquierda a derecha, aunque no sepan leer.

“De esa forma, se va preparando al niño a tener madurez neurológica, señala la patóloga del habla Maricarmen de la Cruz, profesora adjunta y directora clínica de Servicios Especializados en la Comunicación, del Programa de Patología del Habla, Recinto de Ciencias Médicas.

La especialista se refiere al estímulo que los niños deben recibir desde temprano para que puedan ir desarrollando las destrezas necesarias que los ayude luego a aprender a leer y escribir, así como a expresarse correctamente.

“Leer es descifrar unos signos gráficos y abstraer de ellos un pensamiento. Y escribir es expresar, por medio de una serie de signos gráficos, un pensamiento. Pero para lograr que ambos se den debe haber una maduración psicofísica óptima en el niño”, explica De la Cruz.

Por ejemplo, los niños escolares que sufren trastornos de comunicación pueden tener, con más frecuencia, dificultades con las destrezas de lectura y escritura. Es lo que se conoce como dislexia, lo que puede causar un bajo nivel de aprovechamiento escolar, problemas para leer y dificultad en entender y expresar el lenguaje.

Según De la Cruz, la dislexia es cualquier trastorno en la adquisición de la lectura, como la dificultad para la distinción y memorización de letras, falta de orden y ritmo en la colocación de las pausas; y una mala estructuración de las frases que se puede ver tanto en la lectura como en la escritura (disgrafía o problema con la escritura).

“La dislexia suele coexistir con la disgrafía. Lo que pasa es que para tú aprender a escribir tienes que tener una secuencia en el espacio. Por ejemplo, tienes que escribir de izquierda a derecha y tiene que haber una conciencia de cómo se escriben las letras. Por ejemplo, que la b se escribe con la bolita a la derecha y que en la d, la bolita va para la izquierda”, explica la patóloga del habla.

Proceso continuo

Ciertamente, el aprendizaje del lenguaje es un proceso continuo que comienza con el nacimiento y se mantiene durante toda la vida. Es, de hecho, la forma de expresar emociones y comunicarse con los demás. Por eso es tan importante que, durante la etapa temprana del desarrollo del lenguaje, se aprendan destrezas para la formación de las habilidades de la lectura y la escritura.

Algo que, según los expertos, son principios importantes para que los niños se puedan desempeñar en la escuela, en el trabajo y en la sociedad.

“Si no trabajas esto en etapas tempranas, es lo mismo que construir una casa sobre una zapata frágil. Y el niño va a seguir pasando grados con lagunas. En la adolescencia van a evitar leer y cuando escriben -más ahora con las redes sociales- ves muchas palabras mal escritas. A veces lo enmascaran poniendo todas las letras en mayúsculas o acortando las palabras. Pero si los pones a escribir un ensayo, vas a ver todos los errores”, sostiene De La Cruz, mientras destaca la importancia de que el niño tenga conciencia del esquema corporal.

Quiere decir que el niño usa su cuerpo como referencia y puede distinguir lo que es izquierda de derecha. Además, debe tener conciencia fonológica, que es cuando puede determinar que un sonido pertenece a un referente X. Eso sucede cuando, por ejemplo, aprende a relacionar la vaca con el sonido ‘mu’ o al gato con ‘miau’.

Cuando eso no sucede, el niño podría tener dificultades que se deben atajar a tiempo. Es cuando un terapeuta ocupacional y un patólogo del habla pueden ayudar. El primero, dice De la Cruz, se enfoca en la conciencia del tiempo y el espacio. Mientras que el segundo, se va a enfocar en la conciencia fonológica.

“Así podemos ayudar a ese maestro, que es el profesional que tiene al niño todos los días en su salón de clases, a construir la zapata y vamos a facilitar para que pueda enseñar dentro del nivel de lectura y escritura esperado para ese niño”, afirma De la Cruz. Pero dice que le preocupa el que algunos educadores sigan la escuela de pensamiento que dice que corregir la escritura en los trabajos de los niños es contraproducente porque les afecta el autoestima.

“En ese caso, si no desean marcar el trabajo de los niños, podrían repasar en otro contexto las palabras escritas incorrectamente al igual que las reglas ortográficas que fallaron. La equivocación sería dejarlo pasar y darle una puntuación excelente a un trabajo lleno de errores sin concienciar al estudiante acerca de las equivocaciones cometidas”, enfatiza De la Cruz, mientras destaca que de esa forma lo único que se logra es perpetuar la disgrafía y la disortografía (dificultad con las reglas ortográficas).

El problema es que cuando esos estudiantes salen al mundo real, sus probabilidades de entrar a programas de estudios de altas exigencias académicas o a trabajos donde la escritura sea importante se verán limitadas, advierte la patóloga del habla. “Un ejemplo predictor de estos tiempos tecnológicos es ver los mensajes de texto y los comentarios de nuestros adolescentes en las páginas de las redes sociales, los cuales revelan muchos errores”, agrega.

¿Qué hacer para que tu hijo adquiera conciencia fonológica?

Juega a las adivinanzas con sonidos de letras.

Ejemplo: “Vamos a decir palabras que empiecen con ‘m’ (debes pronunciar el sonido, no el nombre de la letra)”.

Decir sílabas para que el niño adivine cuál es la palabra -“pan - ta - lón” y luego pedir que diga la palabra.

Jugar a pasar una bola. Ejemplo: “Dejemos que rebote tres veces antes de atraparla. Escucha bien... tiene que sonar tres veces”.

Señales a tener en cuenta

Antes de que el niño vaya a la escuela:
• Dificultad en aprender rimas y canciones o que no se interesen por aprenderlas.
• Dificultad en aprender o recordar nombres de letras.
• No reconocer las letras de su propio nombre. Por ejemplo, que la A es de Andrés o la P es de Pablo.
• Retraso en aprender a hablar con claridad (es uno de los predictores de problemas de lectura y escritura).

De preescolar a primer grado:
• Fracaso en entender que las palabras se pueden separar, por ejemplo sacapuntas.
• Inhabilidad para asociar las letras con los sonidos.
• Usualmente evita el momento de lectura.
• Puede tener errores de lectura que no tienen conexión alguna entre la palabra escrita y la que él lee.

De segundo grado en adelante:
• Mala pronunciación de las palabras. Por ejemplo, amulio en vez de aluminio.
• El habla puede que no sea muy fluida, que haya muchas pausas y que use muchas muletillas. Por ejemplo, “eh, eh, eh...”.
• No poder decir la palabra exacta según está escrita, sino que dice una palabra parecida. Por ejemplo, en vez de humildad, lee humanidad.
• Necesita un poco más de tiempo para dar una respuesta oral.

Fuente: Maricarmen de la Cruz, profesora adjunta y directora clínica de Servicios Especializados en la Comunicación, del Programa de Patología del Habla, Recinto de Ciencias Médicas. (787) 300-3838

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