Cómo actuar cuando los niños pregunten
Algunos sicólogos destacan las bondades de promover la fantasía en los niños.
¿Qué niño no se ha preguntado alguna vez cómo es posible que Santa y los Reyes puedan llevar regalos a todos los lugares del mundo en una sola noche?
¿Quién no ha iniciado debates sobre las posibles explicaciones, sobre los secretos de tan mágicos personajes?
¿Quién no ha buscado regalos por toda la casa para ver si encuentra alguno antes de la tan esperada ocasión?
Los adultos, que han vivido más épocas navideñas, conocen sin duda secretos que los más pequeños no. Lo que siempre se convierte en un dilema es cuándo revelar esos misterios a los chicos, cómo saber si están listos para pasar a la siguiente etapa o si tienen la capacidad para vivir la magia desde otra dimensión.
Un sondeo informal realizado por El Nuevo Día evidenció que la mayoría de los adultos participantes hubiese preferido conocer toda la verdad más tarde en sus vidas. Recuerdan haber experimentado tristeza, negación y algunos hasta lloraron. Al parecer, no estaban listos para dar el paso.
“Me lo dijo mi papá a los nueve años y fui corriendo a la casa de mi vecino a decírselo, ahora comprendo que quería compartir mi tristeza. Eso es lo más malo que hay”, dijo Ernesto Sepúlveda, ahora de 34 años de edad. A él también le tocó revelar el misterio a su hijo, tenía la misma edad pero pareció no sorprenderse. Sepúlveda cree pque or algún tiempo el niño fue alimentando sospechas por “detallitos que a uno se le escapan”.
Para la sicóloga licenciada Wanda Figueroa, no importa la edad que uno tenga siempre es bueno promover la magia, la fantasía, la sorpresa y mantener vivo al niño que cada uno tiene dentro.
Entonces, ¿cómo y cuándo revelar el secreto? “Hay que ir por etapas, no se les da más información de la que te están pidiendo”, aconseja Figueroa. “Una de las cosas que se recomienda es preguntarle qué han oído para averiguar realmente lo que te están preguntando y qué están sintiendo”, agrega.
Sugiere hacer preguntas como: ¿Dónde oíste eso?, ¿Quién te lo comentó?, Cuéntame, ¿qué te dijeron?, ¿Qué tú crees de eso?
La sicóloga clínica Grisell Rodríguez coincide en la importancia de proteger la fantasía. “Estamos viviendo demasiado en la realidad con los niños. Los niños están viviendo la vida de los adultos y un poco de fantasía no le hace daño a nadie. ¡Un ratito de niñez le viene bien a todos!”, prescribe.
Comenta que según su experiencia -como psicóloga, madre y niña- el problema con la lucha por guardar los secretos de Santa y los Reyes es cuando algún niño que ha dejado de creer en su magia le dice cosas a los que aún creen. Su estrategia es utilizar el ejemplo del nacimiento del niñito Jesús, que precisamente es el motivo de toda esta celebración.
A Jesús no se le puede ver, pero aún así se sabe que existió, explicó.
“Avalo la fantasía, la ilusión y conservar la historia, lo necesario. No le va a hacer daño a los niños, al contrario, le va a añadir tanto a la alegría y la ilusión de ellos como a la de la familia. Le añade a la vida algo que de adulto tú no tienes porque la vida es complicada, es realidad”, sostiene Rodríguez.
¿Qué hacer?
Pregúntele al menor qué le inquieta, qué sabe y qué cree sobre el tema.
Tenga en cuenta que la madurez y las inquietudes del niño determinarán qué secretos le podrá revelar.
Recuérdele que al igual que los Reyes o Santa, muchas cosas que existen o existieron no se pueden ver. Por ejemplo: Jesús, el aire, los escalofríos, las cosquillas o el dolor.
Si el menor nota que los adultos compran, guardan o empacan regalos, reconozca que a veces los Reyes Magos o Santa necesitan ayuda. Al igual, si nota que se disfrazan como los personajes.
Insista en que los detalles de cómo se preparan los regalos, cómo llegan hasta debajo de la cama o del árbol es un secreto.
Adviértale que los niños que espían o dejan se creer sienten una gran tristeza y aunque quizá reciban regalos, no los disfrutan igual.
Asegúrele que los niños que creen algún día podrán ser ayudantes también.
Explíquele que sólo cuando esté listo o lista sabrá todos los secretos, pero para eso tendrá que seguir creyendo.
¿Cómo lo supiste?
Lectores de El Nuevo Día comparten sus anécdotas.
“Estaba en cuarto grado. Mi mejor amiga me dijo. Cuando le pregunté a mami, ella simplemente se rió y me lo dijo...”
MIchelle Muñiz
san Juan
“Me enteré a los cinco años. Me lo dijeron las vecinas. Mi madre me dijo que era mentira y que por decir eso ellas recibían pocos juguetes. Decidí no discutir y seguí recibiendo regalos hasta bastante grande”
Silvia del Valle
Bayamón
“Estaba en primer grado, una maestra pentecostal les informó a los estudiantes. Por el incidente, mi hermana también supo la noticia”
Mari Vázquez
Guaynabo
“Me lo dijeron a secas… ‘Este año no hay dinero, lo lamentamos’. Mis hermanos y yo lloramos, pero entendimos (el secreto). Estaba en tercer grado”
Noris Pérez
San Juan
“A los 8 años mi papá les dejó el precio y empecé a sospechar, hasta que los encontré. Se lo dije a mi mamá el próximo año y se acabaron las sorpresas”
Elba Torres
Cidra
“Los encontré en el clóset de mis padres”
Andrea Osorio
BayamÓn
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